miércoles, 14 de febrero de 2007

No mire para afuera que todas las micros son amarillas

Las micros, las siempre y vapuleadas micritos que circulaban por la alameda de las delicias.Eran todas iguales, con números distintos. Después del suceso del transantiago, cuando tiraron los fuegos artificiles y la gente parecía ávida de tomarlos en las respectivas esquinas de la Moneda, comenzó a morir lo que era un vehículo kitch que transitaba a contratiempo: un espacio impregnado de barbarie, donde el que entraba no salía de la misma manera, siempre ocurría algo: que se subía el heladero, que bajaba la viejita con un montón de bolsas-mallas, que entraba el tipo que ofrecía la panacea a todo lo que faltaba en casa o la niña de los parchecuritas que le dan diez mil patadas a los "nexcare". El juguete amarillo era una identidad con ruedas que viajaba con los accesorios de cada chofer: los peluches amontonados,la pequeña ventana donde el chofer depositaba sus cenizas luego de un cigarrillo en el último recorrido o los stickers que eran insignias de cada hombre que se apoderaba de la máquina. Una micro estaba llena de consignas que desplegaban el carácter del conductor: tanto las luces de neón que avisaban el peligro andante del micrero , como las luces amarillas , especiales y reconfortantes para el lector que transitaba en micro. Todo cabía en este mundillo, era un micro-cosmos andante, una identidad pasajera que se fue alejando cada vez más con un plan restringidor de idiosincrasia: cuando el payaso fome decía" no mire para afuera que todas las micros son amarillas"no se equivocaba en mencionar lo evidente, sino que erraba su broma en torno al interior de cada micro, donde co-existía lo que extrovertidamente mostraba el chofer con la timidez del pasajero.

3 comentarios:

Gonzo dijo...

Preciosa reflexión acerca del folclor intínseco de nuestro antiguo sistema de transportes... Por lejos, lo más rescatable de aquello.

Ojalá que el Transantiago no se coma definitivamente la cultura popular de masas que era ya parte de nuestros viajes por la capital.

Saludos, y gracias por el posteo.

Catalina García dijo...

Siii.
Murio el mito de la micro amarilla.
Pero ya era hora.
Ojala se arregle el sistema antes de que cumpla 80 años y tenga k usar silla de ruedas y no pueda subirme a ninguna vaina :P

besos ñaña!!
recuerda que siempre te recuerdo :D

bechos!




Kt

Alejandro Jeldes dijo...

folclor se creara siempre, no se pierde quizas se transforma, nuevas formas de ver la ciudad seran recreadas y los mitos de las micros seran, otra vez, mas o menos los mismos. Al fin y al cabo, dentro de todo, se crean nuevos sistemas y nuevas historias. Las desesperaciones iniciales de un sistema que no funciona y el incierto futuro que nos espera. Aparte siguen cantando arriba de las micros y los heladeros, de uno u otra forma, sigue subiendose a las micros. Basta con caminar con agradable compañia para ver que aun sigue siendo santiago, y que auqnue cambie el color, lo de adentro sigue siendo lo mismo. Total somos parte de la sudamerica del realismo magico. :D

hola Aorista, besos muchos, y publicate algo nuevo po.

 
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